Hablase de las calles de mi pueblo
donde el sudor y la sangre, borro la alegria, de la pintura ya cansada, de las paredes, semi erectas; con agujeros a medio cuerpo, parecen tener ojos de miedo, a los silbidos de balas que vagan sin rumbo, hasta dormir el cuerpo del inocente ser.
Quien puede hablar hoy, de esas almas que buscan, tan solo la felicidad cuando juzgados en la confusion su pureza se marchito y la ilusion se perdio, en humedos pensamientos
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